La
República de la Nueva Granada (1830-1853) comprendía entonces, las Provincias
de Bogotá, Tunja, Socorro, Vélez, Pamplona, Magdalena, Cartagena, Panamá,
Veraguas, Antioquia, Neiva, Popayán, Pasto y Barbacoas. La Constitución de
1832, sancionada por el Vicepresidente José María Obando introdujo el régimen
centralista en la Nueva Granada, con un ejecutivo débil, un período
presidencial de cuatro años, un régimen de provincias regido por los
gobernadores y un congreso bicameral. Tiene lugar la guerra de los Supremos
(1839-41) y se fundan los partidos políticos, hay inestabilidad política y
desórdenes sociales.
La realidad económica que se advierte en
Colombia en la primera mitad del siglo XIX indica la continuidad de la economía
de subsistencia y de aislamiento regional, iniciándose un limitado mercado
interno y una apertura a la economía librecambista, que condujo a estos países
a entrar en relación con el mundo occidental y en las nuevas órbitas económicas
neocoloniales.
En
el ciclo de la contrarrevolución entre 1830 y 1850 imperó en Colombia el
Proteccionismo como apoyo a la incipiente industria nacional de tipo artesanal
y en contra de la libre importación. Tanto la economía como la estructura
social del país, sufrieron pocos cambios profundos, el período fue de acentuado
carácter conservador, a pesar de que las normas constitucionales del Estado se
inspiraron en el pensamiento liberal. La clase dirigente seguía compuesta de
terratenientes, antiguos funcionarios coloniales, letrados y militares que
habían alcanzado altas posiciones políticas como resultado de su participación
en la guerra emancipadora.
El
comercio interior sufrió también pocos cambios. Las manufacturas de Santander y
Boyacá —lienzos, cordelería, batanes— seguía enviando sus productos a Antioquia,
que con su producción minera alimentaba un activo comercio que iría dando
creciente predominio al grupo antioqueño en las actividades financieras y en el
comercio interior y exterior. El mal estado de los transportes seguía siendo el
gran obstáculo para la formación de un mercado nacional.
En
1842, se dio al país una nueva Constitución que reforzó el carácter centralista
del Estado y fortificó los poderes presidenciales. Comenzaron entonces a
dibujarse con mayor nitidez las corrientes políticos que pocos años más tarde
darían lugar a la formación de los partidos liberal y conservador y al comienzo
del sistema bipartidista, que ha singularizado a la vida política colombiana.
La orientación del gobierno de Pedro Alcantara Herrán tuvo carácter
marcadamente conservador.
La
administración del General Tomás Cipriano de Mosquera (1845-1849), que siguió a
la del General Herrán, se distinguió por su espíritu reformista y modernizador.
Mosquera, vástago de una familia aristocrática de la ciudad de Popayán,
representó el tipo de caudillo salido de la guerra. Elegido por las fuerzas
conservadoras, está, sin embargo, impregnado de mentalidad modernizante y
positivista. Tenía la obsesión de las grandes vías de comunicación y de la
formación de una clase dirigente técnica, en la cual los ingenieros tuvieran un
papel dirigente. Regularizó la navegación a vapor en la arteria básica de
salida del interior del país al océano Atlántico: el Río Magdalena; dio
comienzo a la construcción de un ferrocarril en el istmo de Panamá (1850-1855);
reorganizó el sistema monetario e introdujo el sistema métrico de pesas y
medidas. Fundó el Colegio Militar como escuela de ingeniería, bajo la dirección
del italiano Agustín Codazzi y contrató los servicios de matemáticos, químicos
y naturalistas europeos para impulsar la enseñanza de las ciencias.
En
el siglo XIX el país estaba dividido en cuatro regiones aisladas entre sí: la
región del Oriente conformada por Cundinamarca, Boyacá y Santander; del Cauca
que incluía el Chocó y se extendía hasta Marmato; de Antioquia, que se extendía
por el sur hasta el río Chinchiná; y la región de la Costa Atlántica. Cada una
de esas zonas se comportaba como un país sin relación con las otras regiones y
separadas por el río Magdalena y por las cordilleras.
Este
aislamiento era grave ya que los núcleos urbanos estaban muy separados entre
sí, las vías de comunicación se reducían a caminos de herradura, los campesinos
y artesanos no podían vender sus mercancías por los altos costos de transporte,
y la navegación a vapor por el río Magdalena se utilizaba para exportar e
importar mercancías; por lo tanto no había un mercado nacional.
En
los mediados del siglo XIX se realizaron grandes cambios en la economía
colombiana, en la que se ha llamado Revolución socioeconómica de 1850 en sus
esfuerzos por una liberación de la estructura económica colonial. Contra los
impuestos coloniales se hizo la Reforma Tributaria de 1850 y se organizó la
Hacienda Nacional. Se fomentó la descentralización administrativa para
fortalecer las provincias; se defendió el proteccionismo contra los intereses
de los librecambistas; se hizo la Reforma Monetaria; se dio la Libertad de
Tabaco, convirtiendo su industria en la más importante del país. Entre las
reformas sociales se abolió la esclavitud en forma definitiva y se tomaron
medidas gubernamentales para la protección de los indígenas.
La
Reforma Agraria de 1850, aunque de carácter débil, atacó la formación de
latifundios y realizó la desamortización de los bienes de manos muertas, en
contra de las propiedades eclesiásticas. Se abolió el mayorazgo; se suprimieron
los diezmos y se abolió el Patronato, que llevó a la separación entre la
Iglesia y el Estado.